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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

miércoles, 12 de julio de 2006

Dos poemas de Rodrigo Verdugo



DESPUÉS DE ESE DÍA

Cambiaron la ubicación de las cosas
sabían demasiado de una música de tierra para el viaje enemigo
El aura del mar levantándose, dejando atrás nuestros terribles ejes
la forma de mirarnos a los ojos, la forma de mirar a las piedras.
Sabían demasiado bien como unirse, por eso recibieron el revés de las
cosas
y se empezó gota por gota, nombre por nombre
mientras el mito se deshojaba a nuestros pies.
Sabían demasiado bien y no esperaron retratar a sus muertos
les bastó que el revés del mundo se levantara contra los árboles y las
aguas
contra las cosas, y las vidas, contra cualquier herida que no tuviese un
arrojo de estrella.
Lo sabían demasiado bien, apareando a las sílfides contaminadas, saldando
algo con ellas
poniendo plumas quemadas dentro de las almohadas, reanudando las capturas
para que así llegaran y se ubicaran gota por gota, nombre por nombre
como antes cuando las cosas no limitaban con los hombres
sino que el tiempo limitaba con la piedra, limitaba con la luz
y piedra y sangre por igual buscaban legitimar el rayo
mientras la belleza ahuecaba los mares
y al final dios estaba esperándonos con un ramo de accidentes en las
manos.


DIECISEISAVO ANUNCIO

Llegamos a la ciudad temible
donde los corderos se columpiaban en alambres
rondaban patrullas de lenguas, calvos ancianos de negras capas
era nuestro lugar de siempre, nuestro dormitorio estaba en un ascensor
luego de verificar cada rincón, de edificar ciertas alusiones
le prendimos velas al cadáver de la distancia
llegamos a acostarnos, a copular, alguien movió la palanca
y descendimos al subterráneo, las paredes eran distintas, estaban llenas
de repisas que a su vez estaban llenas de tubos de ensayos sucios y vacíos
por una rendija se oían gritos, se veía la sombra de corderos
columpiándose
la intermitencia de esas patrullas de lenguas estaba en nuestras bocas y
en tu vagina
de nuestro dormitorio, salían alusiones a la piedra y al agua,
llegaban a todos los rincones de la ciudad.
Vi todo lo tuyo y no eras más que la inocencia del relámpago sobre la cama
nada más que la gran oscuridad de un parque
ven te dije, ven oh pájaro antes que la altura sea estrangulada
ven a mi, dijiste porque después que nos amemos, las nubes entenderán el
desgarro .
Alguien movió la palanca, otra vez ascendimos
Vistes todo lo mió, la gran oscuridad de un parque
y yo amordazado sobre la mesa uterina
vistes al que quería partir, como lo iban siguiendo esas olas
que eran los áureos carpinteros
como iban ofreciéndole verle desde todos los ángulos a la vez
para que así pudiese guardar memoria y extinción, como dos maceteros
distintos.
Vistes al que quería regresar, como las olas estallaban
y en el camino se encontraba con nidos inasibles, puertas y tatuajes
la gran oscuridad de un parque, memoria y extinción sobre la mesa uterina
mientras la sangre nos dimensionaba.
Llegamos a la ciudad temible, de prisa a nuestro lugar de siempre
llegamos a acostarnos, a copular, a ver todo lo nuestro, esas alusiones
que salían del mar
porque el mar era la víspera de nuestros cuerpos
y llegaba el turno de ellos, quienes nos traían en bandejas esas cabezas
de corderos
cabezas vertiginosas, por cierto, prueben de esa sangre, se oía por las
rendijas
porque cada vez que alguien lo hace el torbellino se persigna
prueben ponerle esa cabeza de cordero al cadáver de la distancia
mezclen esa sangre con la vuestra, decían los calvos ancianos de negras
capas
mientras se acciona de nuevo la palanca, cambian de nuevo las murallas
por las rendijas se oía como respiraba la neblina,
como si tuviera el resultado de piedras y de aguas,
ese que tienen nuestros cuerpos cuando duermen
sabréis oh hombre y mujer como regresar tanto del ángel que araña el fondo
del mar,
como de la inocencia del relámpago, ah en definitiva de la gran oscuridad
de un parque
sabréis como mover la palanca a vuestro favor o acaso vuestros cuerpos no
vuelven juntos,
justo cuando las grietas perdonan lo que pasa dentro de las nubes
y las alusiones rodean por los cuatro costados a la ciudad temible.


Del libro inédito Anuncio



Rodrigo Verdugo Pizarro nace en Santiago de Chile, el 9 de enero de 1977.

Se inició en el taller de Poesía "Isla Negra", dirigido por el poeta Edmundo Herrera, desde 1992 a 1996 en la SECH. Coeditor y articulista de la revista Derrame. Cursa estudios de licenciatura en literatura en la Universidad Andrés Bello. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías como: Revista Aurora 55, Boletín de la fundación Pablo Neruda, Revista Piedrazo, Gaceta literaria El Bote, Revista As de Copas, Revista Voces (España), Revista Letras Jóvenes (México) Revista Electrónica Letralia (Venezuela), Revista virtual Los poetas del cinco ( Venezuela), Revista virtual La maquina de escribir (Argentina), Revista Remolinos (Argentina) Revista La Iguana (Argentina),Revista digital de literatura y cine Deriva (España), Revista virtual Luke (España) Escritores del mundo II de Alejandra Zarhi, Ed Rumbos 1995, Sitio público, Mago Editores, 2005, Desde mi ventana: soledad y vértigo, Editorial Ábaco, 2006 (España), como así mismo en las páginas Web "Sonámbula, Surrealismo Latinoamericano",México a cargo del artista mexicano Enrique Lechuga. y "Viu La Poesía", España, a cargo del grupo "Pocio Poesía y educación" de la Universidad de Barcelona, dirigido por la catedrática Gloria Bordons. En 2002 publica su primer libro " Nudos Velados". Ha sido traducido parcialmente al francés y al polaco. En 2005 participa en la exposición colectiva "Derrame cono sur o el viaje de los argonautas", en la Fundación Eugenio Granell (Santiago de Compostela, España), y obtiene el primer premio en el concurso " Alas de Poesía", organizado por la asociación "Amigos de la Poesía" (Monterrey, México). Actualmente trabaja en dos libros inéditos "Anuncio" y "Transmisión debajo de las piedras" y en un ensayo sobre la obra del poeta Gustavo Ossorio.

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