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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

sábado, 26 de agosto de 2006

POEMAS INÉDITOS de Cristián Gómez


ORACIÓN POR GUILLERMO TREJO


Todos los boxeadores retirados pelearon alguna vez
en el madison square garden. Alguna vez lo leímos
con diccionario y buenas intenciones. Después de eso

hemos sabido de algunos que han cruzado la frontera
y por temor de convertirse en arena no han vuelto la
vista atrás. Otros la cruzan mirando un espejo

retrovisor y así se han pasado los últimos treinta años.
De él aprendimos la palabra ponto, zahúrda, murientes.
Pero llegamos a una tierra que no tiene primavera
y el ponto o el mar está muy lejos. Vivimos
en una pocilga (zahúrda) mientras no estuvimos
casados. Aquí o allá en lo prado, aquí o
en sargento aldea. Los huéspedes:

tienen las cejas sangrando producto de los golpes recibidos
pero se reproducen como una plaga festiva y licenciosa
carente de civilización a la que atacar. Ya no están
reunidos en el ágora ni los sabios ni los mejores
nos permiten escuchar con precipitada melancolía
sus palabras. Con mansedumbre que no excluye

el horror por lo inevitable: ven como los bárbaros
se han casado de manera indefectible con sus hijas
mientras los senadores se retiran sin legislar
(los bárbaros nos dictarán sus leyes).

Pero alguien recién llegado de la frontera
-a propósito de los rostros que se retiran de noche compungidos-
dice que ya no existen los bárbaros y se pregunta qué
será de nosotros sin ellos. Qué será de nosotros

si nadie nos visita en esta pocilga (zahúrda), si
nadie nos devuelve a nuestro (ponto) mar.



CONSIDERACIONES INTEMPESTIVAS DEL ENANO MALDITO
(también me gustan los epigramas)


Una poesía de clase media que deteste a la clase media.
Una poesía católica hastiada de ser católica. Y
un hablante al mismo tiempo
lírico y arribista.

Nada más imprescindible que un reloj despertador
para tenerlo como un recuerdo inútil de lo que pasa
con esa gente que trabaja.

Renegar. Poner el grito en el cielo. Como de costumbre
quejarse en voz alta, aunque se esté hablando solo. Irritar.

Leer a Carlos Bolton.


PARA LOS FUTUROS CENSORES DEL CAMPO
DE CONCENTRACIÓN EN QUE NOS ENCIERREN


El bar está cerrado a los malos augurios.
Hoy no pasan por televisión Angustia de
un querer y se conversa al ritmo del auge
y la caída de nuestros ídolos. La tarde
sigue pasando y no se detiene

hasta llegar a nuestras puertas. Como el
fruto de una caza que ha sido generosa
caen a nuestros pies muchachas que ni
siquiera despiertos podríamos haber
soñado tan hermosas. Se parecen a esas

primas de las que nos enamoramos antes
de escribir un primer poema. Contertulios
del espejo que invariablemente fiel detrás
del mostrador nos acompaña, la próxima

ronda decidimos pedírsela fiado a los
que incautos se preguntan por nuestra
afición a seguir escribiendo poemas
sospechosamente láricos como si
fuera nuestra única elegancia.

Como si fuera nuestra última respuesta.



LECTORES DE CORTO MALTÉS


El hombre más delgado de chile y el enano maldito se reunían en un departamento al oeste de la ciudad. Lo más divertido era espetarnos mutuamente epítetos de tamaño
calibre –católico, escritor de clase media- que a cualquiera lo harían palidecer.
Más de alguna vez mutuamente se ofrecieron combos. Y no hay nada de malo en ello.
Compartieron la misma cama pero no se dieron cuenta. Por lo alto y por lo bajo les
deseo ochenta, pero es discutible que tanto el hígado como las neuronas aguanten.
Se han paseado de la mano de cierta clase de especímenes que ameritan zoologías tan
particulares como épicas. Conversan hasta bien entrada la noche. Se acuerdan.


SIMBIOSIS



Para cargar con este nombre perdónenme que lo diga.
Nacido de padre y madre como el resto de los moradores.
No se pronuncia de esa manera pero eso es lo de menos.
Ni tampoco es mi nombre el que hubiera querido. Pero
a estas alturas. He sabido de algunos poetas que han
muerto no mucho después que sus señoras, niños de
pecho y desamparados en algún departamento del
centro de santiago. Otros han hecho lo mismo
con mi nombre. Es sabido que un motivo y

sus variaciones pueden convertirse en
los únicos habitantes de estos cuartos.
Prefiero no hablar de dormitorios.

Otros se empeñan en cruzar una frontera
que está del otro lado. Dicho mi nombre
perdónenme que lo repita. La infancia

no me atañe como un recuerdo
sino como un hermano que aún vivía.
No era la felicidad pero sí el menor esfuerzo.

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